Sinopsis:
En todas las historias hay dos clases de chicas: La que siempre
es muy tímida, callada, usa lentes grandes, un bombón de chocolate
con las personas, toooodos la lastiman, tiene un cuerpo fabuloso,
pero es la anti-social y, siempre, siempre es virgen. La otra chica
se va al otro extremo, es alguien extrovertida, de un genio
insoportable, lengua afilada, sarcástica y con leves tendencias a lo
marimacho.
Ambas
visten sencillo.
Ambas
se enamoran del capitán del equipo de fútbol.
Ambas
tienen una enemiga: yo, la capitana del equipo de porristas, la
superficial, frívola, bien vestida pero zorra. Ambas se quedan en el
chico que debería ser mío. Y todas maldicen, odian y le desean a la
barbie de la historia, que muera, que se caiga cuando esté haciendo
una voltereta y mínimo, se quiebre la columna o muestre su humanidad
al mundo. Claro, la perra debe quedar en ridículo.
El
cosmos, los escritores y el mundo en sí, confabulan en nuestra
contra para tener un papel secundario en todas las historias, para
que cada una de las fracasadas que pisan la Tierra, descarguen toda
su inconformidad y dolor en este personaje.
Pues
bien, esta es mi historia, yo soy la perra, la capitana del equipo de
porristas, la superficial, la que usa faldas cortas, la que “se ha
acostado con media secundaria”, la que le hace la vida miserable a
la protagonistaque ustedes tanto aman y lloran con ella.
Pero
ésta es la verdadera historia de la perra.
Y
no, al final no me remiendo, yo soy así.
¿Quién
dijo que ser la mala no era doloroso?
¿Quién
dijo que no sufríamos tanto o más que la estúpida que siempre
recibe
la atención?
Yo
soy Savannah, la representante de todas las malas de las novelas.
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